De chavales veíamos el salto cualitativo de los gráficos de videojuegos de 8 bits a los de 16, de los de 16 a los de 32, y flipábamos. «¿Cómo serán los gráficos en 10 años?», nos preguntábamos. «Casi indistinguibles de las fotografías», imaginábamos, con ojos muy abiertos.
La cuestión es que esa evolución de los videojuegos, que aún no se ha detenido y llegará a ser indistinguible de la realidad, la de los teléfonos móviles, o la de las televisiones en los últimos 10, 15 o 20 años, me lleva a una analogía: si Siri y Cortana son la primera generación, los asistentes virtuales de cuarta se parecerán mucho a una persona.
Y quizá los de quinta tengan sentido del humor. Nos conozcan mejor que nadie. Nos permitan tener conversaciones íntimas que sólo tendríamos con nuestro mejor amigo. Fantasmas en la máquina que sean nuestros psicólogos/sacerdotes. La película Her no me resulta implausible, para nada.
Dudo que sean auténticas inteligencias artificiales enclaustradas en un reloj de muñeca, o en la nube y hablando desde nuestro reloj. Supongo que todavía serán sólo una suma de «trucos» y una integración de distintas tecnologías para simular a un ser humano. Y para anticiparse a nuestros deseos. Pero al fin y al cabo el «cómo» resulta irrelevante.
Habrá ciertas consecuencias. Voces catastrofistas diciendo que la televisión está alienándonos y descomponiendo la sociedad. Perdón, los asistentes, lo de la televisión ya fue hace cincuenta años. Y no sin parte de razón, cuando ya hoy anulamos a la persona de al lado para chatear con otra remota. No será trivial que recortemos nuestra interacción con personas para ceder nuestro tiempo a un ente incorpóreo. ¿¡Y es que nadie va a pensar en los niños!? ¿Qué supone al desarrollo infantil una voz que le dice lo que quiere oír, o por contra, que le vigila y restringe continuamente? Los niños necesitan hacer travesuras, y me refiero a explorar y aprender por sí mismos, tener iniciativa, tener inquietud. Tener derecho a equivocarse, como nosotros, que no hemos vivido veinticuatro horas atados a un guardia.
Con los adultos no será menos insidioso. Basándose en tus gustos, sugerirá qué te apetece comer antes de que te hayas dado cuenta. Indicándote qué se lleva, qué te sienta bien, cómo debes maquillarte. Entrenándote para tener éxito en una entrevista de trabajo, quizá incluso para el día a día en ese trabajo. Cómo mejorar en el sexo. Señalará comportamientos disfuncionales. Refozará actividades agradables, minimizará la responsabilidad de decidir y estímulos aversivos. Liberará recursos cognitivos para otras actividades. Será inevitable ceder parte del control de nuestra propia conducta. ¿Acaso no se reduce nuestro sentido de la orientación otros nos guían? ¿O si el que habla es el GPS?