El regreso de una vieja nueva mujer

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Hace 50.000 años había neandertales por aquí. Eran unos tíos aparentemente estupendos y creativos, más emparentados con nosotros y parecidos de lo que se suponía. Se ha propuesto que quizá los extinguieran los homo sapiens sapiens con una súbita y poderosa tecnología: la domesticación del lobo en perro. Los humanos cazaban mamuts, los neandertales parece ser que no.

Me encantaría ver a uno de esos primos nuestros viendo mamuts en un zoo. El neandertal haciéndoles fotos con el tablet, y sus hijos correteando entre otros niños.

Hay científicos trabajando en las técnicas para recrearlos y proponiéndolo, más o menos en serio. Por un lado, el desafío técnico permite mejorar la tecnología. Por otro, alguien tiene que empezar a hablar de ese tipo de consecuencias de la ingeniería genética. Proponer madres de alquiler para parir neandertales es un paso para reflexionar sobre nosotros mismos.

Ahora no me interesa pensar en eso sino en Heidi, la neandertal del siglo XXI. Tengo la sensación de que hay algo intrínsecamente bueno en traer de vuelta formas de vida extintas, aunque sea en entornos controlados. Pensar en que vuelva el dodo o en un parque jurásico en un cilindro de O’neil me causa una especie de alegría, de riqueza vital, de esperanza. Y en cuanto a Heidi, ya digo que me entusiasmaría encontrar neandertales en el metro, acodados en el bar, montando grupos de música, creando sus propias religiones.

Sin embargo, ¿cómo sería ser el primer individuo de tu especie? Imagino que no se crearía a un solo ser, sería terrible ser el único. Decenas de científicos estudiando a Heidi, al mismo tiempo que procurando no influir. Medios de comunicación estúpidos y enloquecidos rodeando tu desarrollo. La crueldad de los humanos, ya desde niños. Los impredecibles efectos sobre un cerebro desconocido pero criado como un humano. Tenían sociedades, herramientas, ritos; ¿elegiríamos dejarles en reservas viviendo como hombres primitivos en lugar de ofrecerles nuestra civilización? Me da un poco de pena Heidi por todos los avatares que pueda pasar, y no obstante prefiero que exista. Tal como un autista, un sordo, o yo mismo, ¿acaso no todos tenemos obstáculos que superar? ¿No es la sociedad y la misma naturaleza más rica cuando existe más diversidad?

Cuando Hans, el último de los seres humanos, esté languideciendo en el frío, ¿no soñará con el regreso de nuestra especie?

La palabra Neanderthal también se puede traducir como «Valle del Nuevo Hombre». Qué ironía.

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